HISTORIA SOCIAL DEL JAZZ PRIMITIVO. Capítulo 3 «La Cuna del Fango del Jazz» (Parte 2)
En esta tercera entrega radiada de la Hª Social del Jazz Primitivo vamos a repasar las diferentes escenas que dieron origen al jazz, una música mestiza, improvisada a partir de una amalgama de influencias: espectáculos de juglares y vodevil, blues y ragtime, bandas de jarra, de marcha callejeras, militares y de circo itinerante; y lo haremos situando el nacimiento del jazz a fines del siglo XIX en su contexto social, un periodo de movimiento, aprendizaje sobre la marcha y contagios musicales.
Los blues dotaron de una expresión más real a los cambios producidos desde el fin de la esclavitud en la vida de los afroamericanos: poder autoeducarse, desplazarse y mantener relaciones sexuales elegidas por voluntad propia, eran nuevas realidades sin representación en las congregaciones religiosas, que defendían la institución del hogar familiar y temían la sexualidad libremente ejercida. Estas nuevas realidades hallaron su expresión en los blues, rechazados enseguida por los puritanos como «música del diablo»; quienes la practicaban y escuchaban eran pecadores. Los blues se escuchaban en tabernáculos de barrios proletarios considerados de mala nota y su audiencia estaba compuesta por la clase trabajadora negra y la gente de vida alegre. Esta audiencia fue creando un espacio cultural propio donde estaban ausentes las coacciones de las nociones burguesas de pureza sexual y del amor romántico, procreador, donde la mujer quedaba sujeta al patriarcado.
En los pueblos situados a lo largo del río Misisipi operaban pequeñas formaciones que solían actuar en la calle o en tugurios locales, las llamadas barrelhouses o casas de barril, especie de tabernas, a menudo improvisadas en locales destartalados, que empezaron a poblar los cruces de caminos. Allí se tocaba y bailaba una música más festiva, mezcla de blues rural y canciones populares con letras desenfadadas y picantes de doble sentido. Este era el caldo de cultivo de las jug bands, formaciones modestas pero eficaces que solían valerse de una garrafa (jug) previamente vaciada de güisqui. Las jug bands proliferaron por doquier allá donde hacía falta montar un baile improvisado y, aparte de bebida, hubiera una jarra vacía que soplar.
Los arcaicos blues y ragtimes también se encontraron por el camino con la música de juglaría, que desde mediados de siglo XIX contaba con una tradición propagada por las bandas de circo y los minstrel shows, espectáculos humorísticos con música y baile gestual, especie de variedades itinerantes a cargo de compañías de músicos, cómicos y bailarines acróbatas. Las graciosas andanzas de los esclavos o exesclavos rebajados a la categoría Jim Crow en las plantaciones del sur de los Estados Unidos fueron imitadas en los escenarios de los teatros de vodevil por los artistas blancos, que se pintaban la cara de negro (blackface) e imitaban a los negros en payasadas y canciones, ofreciendo un retrato de los afroamericanos más bien patético y, lo que es peor, fijando en el imaginario popular un estereotipo racista.
A mediados del siglo XIX los Estados Unidos se hallaban menos poblados que ahora y, al margen de las ciudades y núcleos urbanos de tamaño mediano, la gente vivía en poblaciones o pequeños asentamientos a veces muy separados unos de otros, y la llegada de un espectáculo itinerante siempre suponía un acontecimiento. Las bandas de circo no resultaban tan diferentes a las bandas de marcha militares, como podría pensarse, dado que interpretaban repertorios con cometidos muy diferentes: las unas para causar algarabía y divertir al público, y las otras para desfilar dándose aires de patriótica pomposidad. En este programa repasamos estas escenas trayendo a colación la figura de Jim Europe, director de orquesta e introductor de la sincopación en la marcha militar, un músico que se sentía orgulloso de difundir la cultura musical negra por el mundo.
En un último vistazo subrayamos en este capítulo la influencia de la música afrocaribeña en la gestación del jazz primitivo. Dada su estratégica ubicación, Nueva Orleans, cuya música fue adquiriendo su peculiar sabor al contagio de ritmos caribeños tales como habaneras, danzones, tangos, rumbas y guarachas, parece ser el lugar adecuado para recibir todas estas influencias que hemos ido viendo en esta tercera entrega de la Hª Social del Jazz Primitivo, que aquí dejamos atracada, en espera de un nuevo desembarco, donde por fin veremos conformada una auténtica banda de jazz ya de características propias. Pero eso será en el siguiente programa.
HISTORIA SOCIAL DEL JAZZ PRIMITIVO. Capítulo 3 «La Cuna del Fango del Jazz» (Parte 2)
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